miércoles, 24 de noviembre de 2010

13. PRIMER MISTERIO

La familia Gamboa está llena de misterios y secretos, como cualquiera que ha dedicado parte de su vida a mostrarse ante la sociedad como lo que ésta espera de ella.
Algunas veces intenté saber más sobre algunos de los comentarios que se iban al vuelo cuando platicaban las tías y mi madre, o los domingos en las comidas que hacía tía Frida, y a las que iba tío Rolando con su familia, y a veces algunos más de las otras ramas de los Gamboa. Sin embargo, nada quedó claro sobre varias cosas que se dijeron, ni se quiso aclarar esas cosas, más bien se embrollaban con los silencios y las frases evasivas.
El primer misterio que trataré aquí apenas lo he semblanteado, y se refiere a mi madre. Son dos las cosas que no entiendo. La primera tiene que ver con la fecha de su nacimiento. La segunda con sus estudios.
No intentaré resolver aquí este misterio, sino que sólo lo enunciaré, esperando que otra información que obtenga después me permita aclarar más este panorama de sombras que hay ahora.
El 7 de enero de 1958, la abuela Carolina y mi madre se presentaron al registro civil de Chuburná de Hidalgo, y pidieron se levantará el acta de registro de nacimiento de mi madre, diciendo que había nacido el 12 de mayo de 1931. La abuela ya era viuda, y mi madre se casaría tres días después por lo civil con mi padre. Este registro extemporáneo es muy raro, y todavía lo es más que aparentemente no exista otro registro de nacimiento.
Si nació realmente en ese año, la abuela debía tener unos 39 años de edad. Parece que esto no es raro, pues las mujeres de entonces concebían hasta edad avanzada. No obstante, tía Frida y Fridita decían que mi madre se había quitado edad, pero ¿qué significa eso exactamente?
Encontré un certificado parcial de estudios de nivel secundaria que hizo mi madre en la Escuela Secundaria "Adolfo Cisneros Cámara", en donde se indica que cursó algunas materias entre 1937 y 1941. Si esto fuera cierto, y ella hubiera nacido en 1931, entonces habría llevado estos estudios entre los seis y los 10 años, lo cual me parece muy improbable.
Acabo de hallar un diploma que la acredita como profesora de piano, expedido el 8 de junio de 1956 en la Academia de Música "Sagrado Corazón" de la profesora Lucrecia Pinzón de Orozco. Sin embargo, en la entrega anterior relaté la historia que mi madre me platicó de como pudo estudiar piano, por lo que esto no me parece tampoco congruente. En este año, ella tendría 25 años, si seguimos con la cuenta desde 1931.
El 29 de junio de 1960 obtuvo el diploma de taquígrafa y mecanógrafa, que le expidió la Academia Comercial "América". Recuerdo que escuché que ella había trabajado como secretaria billingüe en Henequeneros de Yucatán, el antecesor de CORDEMEX. Ahí estaba asignada a la oficina del director.
Con la ayuda de tía Elsie entró a estudiar al Instituto Federal de Capacitación del Magisterio en 1960, donde cursó a la par estudios de los ciclos secundario y profesional. De esa manera, en 1964 se tituló como maestra de educación primaria, y al siguiente año recibió su certificado avalando haber cubierto los estudios de nivel secundaria.
Realizó otros estudios en la Normal Superior, en la Universidad Pedagógica Nacional, y otros de capacitación en oficios, pues siempre tuvo muchas inquietudes, además de ser muy práctica.
Tenemos entonces que no sabemos con exactitud sobre su nacimiento y sus primeros estudios. Por ejemplo, ¿dónde aprendió a hablar inglés? Más bien, parece haber varios secretos soportando este misterio. En una situación parecida se encuentra tío Carlos, pero de él hablaré en otra ocasión.

martes, 16 de noviembre de 2010

12. MI MADRE Y LA MÚSICA

Durante muchos años, desde fines de los años 70 y el primer lustro de los 80, mi padre hacía una fiesta anual para reunir a sus amistades extranjeras, y particularmente para honrar a su amigo y maestro de hipnotismo Cress Mann (1901-1987). En esas fiestas, el momento estelar era cuando mi madre amenizaba la fiesta con el piano, o improvisaba melodías para bailar y se animaba la fiesta con todos brincando, hasta que los invitados pedían esquina.
Recuerdo que de niño escuché la anécdota de la clase de piano a la que debían ir las tías Frida y Elsie, aunque no les gustaba. La educación musical era una parte importante del ser de esta familia, y particularmente las mujeres debían saber del asunto. Mi madre acompañaba a mis tías y aprendía las lecciones que ellas no podían dominar. La maestra de piano se dio cuenta, y dado que mis abuelos pensaban que mi madre era muy pequeña para aprender, ella los convenció y mi madre estudió piano varios años, creo que hasta la muerte del abuelo Rodolfo.
Aunque no pudo continuar sus estudios de música, ella tenía un gusto que la hacía acudir, siempre que podía, a conciertos, operas y operetas, musicales y a coleccionar partituras. Además, era una pianista lírica, pues bastaba con tararearle cualquier melodía y ella la ejecutaba con gran maestría, pues dominaba bastante bien la armonía.
El piano de la casa era uno vertical de marca Steinway, de los hechos en Hamburgo y que tenían varios sellos en el arpa, correspondientes a los lugares (Londres y Nueva York) por donde se les había seguido el proceso de producción y distribución.
Debido a esta pasión de mi madre, en la casa de la 61 todavía hay varias partituras, y una de ellas es de la canción yucateca "Gentil meridana", cuya música compuso Ricardo Palmerín. La reproducción que aquí muestro le fue dedicada a mi madre por el compositor.
Además, era común que ella copiara partituras que no podía conseguir, y en una que hizo de la melodía "Principe Vals", de Agustín Lara, encontré la anotación de propiedad que aquí reproduzco.
Escucharla tocar el piano era algo mágico, y causaba gran asombro su capacidad de improvisación y la forma como podía animar las reuniones con sus interpretaciones. Toda la casa era una fiesta en esos momentos, y los vecinos muchas veces fueron testigos de la animación que había adentro, misma que amenazaba siempre con desbordar a la calle.
Cuando eramos niños, mi madre quiso que mi hermanito William y yo aprendieramos a tocar el piano. Él no quiso hacerlo y lo dejó, aunque tenía una inteligencia increíble para el solfeo. Yo pude estudiar 13 años con tres profesores distintos. Mi primer maestro era muy estricto y ni siquiera recuerdo su nombre. Mi segunda maestra fue doña Julia Baqueiro, y a ella siguió y fue una gran influencia en mí la maestra Dea Valencia Rivero.
Luego de que murió mi madre, mi hermanito William y yo habíamos quedado que el piano es mío, dado que a él nunca le interesó la música y yo estudié el instrumento. No obstante, decidió llevarse mi piano y sólo avisarme que lo había tomado para que sus hijos aprendieran música. Estos niños jamás han hecho sonar más que ruidos, por lo que espero poder recuperarlo en algún momento en los próximos meses. Mientras tanto, mi hermano seguirá escondiéndose cada vez que quiero tratar el tema, y mis sobrinos, influidos por su santísima madre, buscarán convencerme de que el piano se ve bonito en su casa y los hace ver bien ante sus amigos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

11. HOCTÚN

Ayer fui por primera vez a la Villa de Hoctún. Lo que encontré fueron vestigios de un pasado que se perdió enmedio de esa cosa rara que es la historia de Yucatán.
Mi intención al viajar allá fue encontrar dos casas que vienen mencionadas en los papeles que tengo conmigo. Una fue la casa donde nació tío Rodolfo, que se localizaba en Cuartel 2o., Manzana 12, Calle 18, No. 114. La otra fue casa del bisabuelo Braulio, que estaba en el Cuartel 3o., Manzana 12, Calle 23, No. 114.
Llama la atención que ambas casas tuvieran el mismo número exterior, a pesar de encontrarse en calles distintas.
Llegamos a Hoctún al mediodía, y en el centro lo primero que llama la atención es la iglesia, que es muy grande y parece que inició su construcción a fines del siglo XVII, por el año 1691. Su entrada mira al Norte, y al recorrerla pudimos ver sus almenas y contrafuertes, así como tres lozas con escritos, dos adosadas al frente y una en el costado Oriente.
Buscar las casas que quería ver se volvió muy complicado, pues ningún domicilio de Hoctún está marcado con numeración externa. El chofer del tricitaxi que tomamos nos dijo que antes las casas sí tenían los números señalados, pero que hubo una orden de borrarlos. No fue fácil sacar más información de este señor, sólo que había varias cantinas en la población.
Pude localizar la calle 18, que pasa inmediatamente atrás de la iglesia, y tras preguntar por la casa no obtuve mucha orientación, ya que había gente que ni siquiera sabía el número de su propia vivienda. Con algún trabajo, ubiqué el lugar donde probablemente estuvo la casa donde nació tio Rodolfo, que aquí muestro en la fotografía. Puede verse que los edificios han sufrido cambios leves en su estructura, y uno de ellos se encuentra abandonado.
De igual manera, encontré la calle 23, que es perpendicular a la calle 18 y colinda con el Palacio Municipal. Esta vía termina en el jardín, pues no tiene continuación en el lado norte trasero de la iglesia.
En la calle 23 hay grandes casas, incluso alguna con balcones. Una de las casas muestra una placa que puso Prohispen, A.C., donde dice que allí nació don Graciano Ricalde Gamboa.
El chofer nos dijo esta calle fue la principal y eso se nota por el tamaño de las casas y porque la calle tiene como fondo la fachada de la iglesia. En esta calle vivió el bisabuelo Braulio, padre del abuelo Rodolfo.
En general, puede inferirse de lo que está a la vista que Hoctún tuvo tiempos mejores, pues hay muchas casas bien puestas, incluso unas elevadas o de dos pisos, que se localizan alrededor de la iglesia y el jardín, así como en las calles 23 y 18.
Espero poder hacer otra visita luego de investigar más sobre este lugar.

jueves, 4 de noviembre de 2010

10. LAS PINTURAS DEL PRIMO FERNANDO

Aún tengo un recuerdo muy vívido de una tarde en el jardín interior de la casa en la década de los 60.
A mi hermanito William y a mí nos bañaron y vistieron con ropa de calle: Pantaloncillos cortos, camisa de manga corta desfajada y los botines ortopédicos que debíamos usar. Nos peinaron esmeradamente con brillantina... y luego supe para qué, pues mi primo Fernando nos iba a dibujar a petición de mi madre y mi tía Elsie.
Hacía algo de calor, y enmedio de los aromas de las rosas, las mariposas y el limón, William estaba de pie y yo sentado, y así debimos quedarnos quietos en el jardín por más de una hora de aquella tarde estival, mientras mi primo nos dibujaba. Al final, ese dibujo, que ahora no encuentro, mostraba más que muchas fotografías, pues era como él nos miraba.
Mi primo Fernando Humberto Gamboa Rosas es el primer hijo de tío Fernando y tía Elsie Rosas Evia. Nació en Mérida el 17 de abril de 1950 y desde muy joven mostró sus dotes de artista. En la casa de la calle 61 se conservan cuatro de las cinco pinturas que aquí muestro. Sólo me llevé a mi casa la pintura de Jesús, luego de la muerte de mi madre.
En particular, recuerdo que las tías le tenían mucho aprecio y veían esa vena de creador que llevaba adentro. Tía Frida también tenía en su casa un cuadro de Jesús y otros pintados por Fernando.
Él se ha dedicado a hacer varias cosas desde la muerte de su padre a fines de 1969. Fue a estudiar a la capital del país la carrera de arquitectura en la UNAM, de la que se tituló en 1974. Más tarde, hizo un diplomado en desarrollo social y urbano en la Universidad de Sussex, en Gran Bretaña.
Ha trabajado en la administración pública y en empresas paraestatales. Fue secretario particular de Diana Laura Riojas de Colosio y perteneció al llamado "Grupo Colosista". Fue cónsul de México en Oxnard, California y ahora trabaja para FONATUR en proyectos turísticos y de urbanización.

No tengo una fotografía actual de él, sino una de su primera comunión, misma que publicaré en otra ocasión. Por de pronto, va este homenaje a la belleza, tal como la veía mi primo Fernando en su adolescencia.