martes, 18 de enero de 2011

18. PRIMICIAS DE LA PRIMA FRIDITA

Pensar en mi prima Fridita me trae mil recuerdos, pues la quise muchísimo ya que con ella crecí y viví hasta los 21 años, cuando salí de Mérida para ir a estudiar fuera. Vienen a mi memoria muy buenos, gratos y sabrosos momentos que pasamos juntos, a veces en mi casa y otras en la suya, que al cabo eran colindantes.
Fridita era una persona muy lúcida, pero por lo mismo sufría mucho. También tenía un pequeño problema debido a que confiaba demasiado en la bondad de los demás y esperaba que los otros fueran igual con ella, por lo que tuvo que vivir muchos desengaños y no pocos descalabros cuando quiso meter las manos al fuego por alguien o se hizo intercesora de causas perdidas.
Doña Frida Reneé del Socorro Méndez Gamboa fue hija de tía Frida y tío Mario. Nació el 11 de julio de 1955 y llegó a la vida de tía Frida cuando estaba cercana a cumplir los 40 años.
Sin lugar a dudas, puedo decir que la llegada de Fridita cambió todo para tía Frida, quien aún no se había resignado a no tener hijos. No estoy seguro de si ella o tío Mario no podían engendrar, aunque siempre escuché que mi madre y tía Elsie lo culparan a él de ser estéril, debido a la vida disipada y licenciosa que había llevado en su juventud.
Basta ver fotografías de tía Frida antes y después de la llegada de Fridita para darse cuenta del cambio en su semblante. De cierto, Fridita fue su adoración y ella la atendió, apoyo y defendió hasta el último día de su vida, pues siempre quiso lo mejor para su hija.
La relación de Fridita con su padre fue muy compleja, pues tío Mario fue algo tirano con ella, aunque le dio todo lo que le pidió. Como ejemplo, recuerdo una tarde en que la correteó por toda la casa durante casi una hora tirándole zapatos, y deveras que tenía muchos ejemplares Fridita. Tía Frida se interponía para defenderla y le tocaban zapatazos, pero eso no disminuía la furia del tío.
Hay algo de Fridita que muy pocos notaron, y fue más bien criticada por ello: Era una gran soñadora, una que se dejaba arrastrar por sus pasiones, convocando a todos a su alrededor a seguirla; y allá íbamos tras ella, como regimiento siguiendo a un general. De esta manera, cuando fue presidenta del Club de Fans de Raphael en Yucatán, todos hacíamos llamadas a las radiodifusoras para votar porque las canciones de Raphael ganaran a las de José José.
Otro momento en el que desplegó su pasión fue cuando comenzó a ejercer como maestra en el pueblo, hasta donde la acompañó tía Frida para no dejarla sola. Al darse cuenta de la misería que había en el lugar, organizó campañas para recolectar cosas que se llevaban en camión o taxi para darle a la gente necesitada.
Otra remembranza es cuando trabajó como voluntaria en la Casa Hogar de Niños de DIF, en la época en que gobernó Dulce María en Yucatán. En este sitio, ayudó a colocar a muchos niños huérfanos o abandonados entre parientes y amigos, e incluso se quedó con una niña que pasó a ser la segunda adoración de tía Frida.
Es tanto lo que viene a mi mente: Cuando cumplió 15 años y uno de mis primos quiso tener sexo con ella y llevarla a conocer hombres; o cuando a los 17 años se enamoró perdidamente de Russell Domínguez Baqueiro, quien entonces era nuestro vecino; o cuando se soñaba delgada, a pesar de que diariamente le recordaba tía Elsie lo gorda que estaba; o cuando quiso ser bailarina de clásico, pero se lo impidió el problema que tuvo en la columna vertebral y que la obligó a usar un corsé por algún tiempo. Tantas cosas... pero ya las contaré en otra ocasión.
Tuvo un final terrible, pues murió afectada por cinco padecimientos el 11 de enero de 2004, dejando huérfana a Friné Oyuki, quien entonces acababa de cumplir 11 años y fue secuestrada por una parienta lejana del linaje de la tía abuela Candita, quien la retuvo para beneficiarse de la pensión y el dinero y los bienes que le quedaron. Oyuki ha crecido engañada desde entonces, pensando que Fridita quiso que las cosas fueran así, y todos los intentos que mi madre hizo para rescatarla fueron vanos, dado el estado de desamparo en que las leyes de nuestro país tienen a los niños. Pero algún día seguiré hablando de este asunto, pues Oyuki recién llegó a la mayoría de edad.

sábado, 15 de enero de 2011

17. LOS GAMBOA Y EL MAR

Desde niño, escuché cientos de veces remembranzas de paseos y temporadas que los hermanos Gamboa habían realizado con sus padres y familiares a Celestún, Telchac, San Crisanto, Río Lagartos y otras playas de Yucatán.
Me enteré de los paseos en lancha, los juegos -como lanzarse en clavado y pasar bajo la embarcación, o sumergirse y aguantar la respiración-, los peligros ocurridos cuando aparecían tiburones, el gusto por el pescado en distintos guisos... Todo esto se contaba con un sabor que demostraba en cada palabra el placer de estar frente a y en el mar.
Recuerdo que el último gran encuentro con el mar fue cuando tío Rolando se estableció definitivamente en Mérida, para lo cual organizó un paseo de playa a Cozumel e Isla Mujeres, al que fueron sus hermanas. No tuve la dicha de ir, pero recuerdo que mis primos Gamboa Cárdenas estuvieron, al igual que mi madre, las tías Elsie y Frida, además de Fridita. Por mucho tiempo se habló de ese paseo.
De niño fui a varias temporadas, y en un par de éstas que organizaron conjuntamente las tías estuvimos en Progreso, en una vivienda a una calle del mar justo atrás de la casa del pastel, a un lado de una pareja de ancianos muy simpáticos. La señora se llamaba Teyde y su casa era muy grande, bien iluminada y bonita.
El recuerdo más antiguo que tengo fue de una temporada en la que estuvo la abuela. Recuerdo que ella entraba a la casa cuando anochecía para echar el flit, y que jugábamos hasta tarde sin suspender la plática.
Otro recuerdo que tengo muy vivo fue cuando viajábamos en los años 70, cada día del maestro, a Tulum, Xel-ha, Akumal, Cancún y a veces a Isla Mujeres y Cozumel. Mi madre siempre escogía esta ruta que era una de las que daban como regalo a los profesores para celebrar su día.
Las temporadas que hacía la familia Gamboa Cárdenas eran de antología, y otras líneas descendentes de la familia hacían lo propio.
Aquí muestro algunas fotografías de las varias que he encontrado donde podemos ver a las Gamboa en la playa. La más antigua la he puesto arriba. Está fechada en agosto de 1936 y fue tomada en Chicxulub. Vemos en ella a una jovencísima tía Elsie (3a de izquierda a derecha), a cuya diestra se encuentra Betty Victoria y una señorita llamada Eddy. A su izquierda está un niño de nombre Carlos Humberto, pero no sé quién sea.
La segunda foto que pongo aquí fue tomada en Telchac en agosto de 1947. Vemos a mi madre en primer plano y atrás una balsa con mujeres, seguramente parientas y amigas de la familia. También se aprecia un joven que tampoco he podido identificar. Más o menos de la misma fecha debió ser la siguiente foto (la tercera), donde podemos ver a mi madre con tía Nery, hija de tío Ricardo.
Las últimas dos fotos no tienen fecha, pero debieron ser de inicio de los años 50. En la primera (izquierda) vemos a las tías Elsie y Cristina con dos niños, posiblemente hijos de ésta. En la segunda, están las tías Frida y Elsie.
Muchos de los primos tenemos aún el recuerdo de que tía Frida nos enseñó a nadar. Aún tengo en la memoria sus consejos sobre cómo debía estar el mar para que pudiera entrar. Una vez nos metimos ella y yo estando toda la orilla llena de zargazos. "Para que flotes mejor", me dijo.
Así fue la relación de los Gamboa con el mar, era plena de amor, disfrute, sapiencia y respeto.

jueves, 13 de enero de 2011

16. PRIMICIAS DE LA FAMILIA DE LA ABUELA

Los bisabuelos Bibiano y Candelaria tuvieron cuatro hijas: La abuela Carolina y las tías Clemencia, Candelaria y María Petrona. A la izquiera tenemos una imagen de la abuela Carolina.
De doña Clemencia Gamboa Gamboa no tengo mayor información. Creo que era la mayor de todas y encontré recientemente tres fotografías de ella, además de una cuarta que dudo si le corresponda. La primera fotografía que muestro aquí a la derecha está fechada en Progreso en febrero de 1910. Vemos a una mujer joven vestida de color claro y sentada en un sofa de jardin. Seguramente es una foto de estudio. El hombre que aparece atrás quizá fuera su esposo, pero eso aún falta averiguarlo.
En la segunda foto, la tía Clemencia aparece de pie, llevando en una mano un bolso, mientras el otro brazo descansa en el respaldo de una silla. También es una toma de estudio. Lleva un vestido oscuro y se ha cortado el cabello.
La última foto que tengo de la tía Clemencia está fechada el 2 de diciembre de 1920 en Saint Louis, Missouri. La dedicó a su padre, el bisabuelo Bibiano, y es necesario decir que él murió exactamente un año después de esta fecha. Vemos en la imagen a la tía Clemencia en una toma exterior situada en un jardín, posiblemente de la casa en donde se hospedaba. Su ropa es de color claro y sigue con el cabello corto. A diferencia de las otras dos fotografías, aquí sí parece mirar al fotógrafo.
Doña Candelaria Gamboa Gamboa, llamada "Candita", debió nacer en 1890. Se casó con don Victoriano Gamboa Sosa (1858-1943) y parece que tuvieron tres hijos: Alfonso, Mercedes (1913-1999) y Nidia (1926- ). A Mercedes la conocimos todos como "tía Mechita" y era vendedora estrella de productos de Avón. Tía Nidia vive aún en Los Ángeles, California. Alfonso ya murió, pero no tengo mayor información de él. No he podido identificar alguna fotografía de tía Candita., quien falleció el 14 de enero de 1959.
Doña María Petrona Gamboa y Gamboa, llamada "Petita", nació probablemente en 1898. Su foto es la de la izquierda. Se casó con don Ernesto Sánchez Vera y hasta donde supe tuvo dos hijos, pero el varón murió en condiciones trágicas siendo niño. Le sobrevivió su hija Nelly, quien se graduó como profesora de educación primaria elemental y superior en la Escuela Normal Urbana "Rodolfo Menéndez de la Peña" en el año 1939. Recuerdo haber escuchado varias veces que la mandaron a dar clases a un pueblito remoto de Tabasco, donde contrajo tifoidea y murió antes de que la pudieran trasladar a la capital para que la atendieran.
Tía Petita perdió la cabeza luego de la muerte de su hija y vendió todo lo que tenía. Parece que su marido la había abandonado antes y ella se dedicaba a hacer vestidos. Con el dinero que obtuvo, compró un espacio grande en el Panteón y mandó hacer una tumba espectacular donde está enterrada la tía Nelly. Espero encontrar esa tumba en mi próximo viaje a Mérida para poder mostrarla aquí.
Cuando era niño, varias veces me enviaron a buscar a tía Petita a su casa en la calle 42, muy cerca del Chembech, para que viniera a la casa de la 61 a comer. Vivía sola porque en las noches gritaba y lloraba dormida. Creo que la casa la rentaban para ella y a mí me daba miedo, pues era muy vieja y muy oscura. Es curioso, pues ahora recuerdo que dejé de verla luego de que murió la abuela Carolina en 1969. No sé qué fue de ella, sólo que falleció el 12 de diciembre de 1972.