sábado, 23 de octubre de 2010

9. ASCENDENCIA DE LOS ABUELOS

He mencionado a los abuelos en todo lo que llevo escrito, y en particular en las notas 1 y 4. Ahora quiero referirme a lo poco que sé de su ascendencia, de lo cual no aparece nada en el trabajo genealógico de don Joaquín de Regil Gamboa.
Conforme consta en varios documentos que tengo, el abuelo Rodolfo está asentado como hijo de don Braulio A. Gamboa Moguel y doña Mercedes Escalante. El bisabuelo Braulio fue hijo de don Leocadio Gamboa y doña Francisca Moguel. Estaba vivo cuando los abuelos se casaron en septiembre de 1912, pues el matrimonio civil fue en su domicilio.
La bisabuela Mercedes fue hija de don Eligio Escalante y doña Tomasa Ricalde. Esta bisabuela aún estaba viva en 1943, cuando falleció su hijo, el abuelo Rodolfo. Seguramente, en ese año ella vivía con otro de sus hijos.
La abuela Carolina fue hija de don Bibiano Gamboa Ancona y doña Candelaria Gamboa Santana. El bisabuelo Bibiano enviudó antes de 1919, y en ese año radicaba en Motul. Fue hijo de don Bernardino Gamboa y doña Clemencia Ancona. Falleció el 2 de diciembre de 1921, y según consta en su acta de defunción tenía 58 años, por lo que debió nacer alrededor de 1864.
La bisabuela Candelaria fue hija de don Esteban Gamboa y doña Petrona Santana.
En los documentos que tengo aparecen también, con cierta frecuencia, los nombres de don Victoriano Gamboa Sosa, quien trabajaba como comerciante. Además, están mencionados Arturo Gamboa R. y un señor de apellidos Lugo Pérez, quien al parecer se casó con la tía abuela Clemencia, hermana de la abuela Carolina. Creo que estos señores pudieron ser parientes de los abuelos.
Pienso seguir investigando estos antecedentes, por lo que volveré a hablar de ellos más adelante.

viernes, 22 de octubre de 2010

8. SOBRE LOS TÍOS RODOLFO Y CARLOS

Estos son los tíos con quienes menos traté. El tío Rodolfo murió un año antes de que yo naciera. El tío Carlos vivía en la ciudad de México, y sólo viajó y estuvo con nosotros mientras vivió la abuela Carolina.
Ambos eran los hijos varones mayor y menor de los abuelos. Mi madre los quiso mucho a los dos.
Del tío Rodolfo se hablaba muy poco. Más bien escuché muchas veces que fue muy desgraciado en su matrimonio, pues no pudo terminar la carrera de medicina, no llegó a tener la solvencia económica que le exigía su familia política, y se casó con una dama de sociedad con fuertes vínculos -no entendí nunca si eran reales o imaginarios- con la antigua aristocracia hacendaria yucateca.
Don Rodolfo Ariosto Gamboa Gamboa nació en Hoctún el 8 de julio de 1913. Ignoro cómo fueron sus primeros estudios, pero cursó la carrera de medicina. En 1941 y 1956 trabajaba como empleado, y en 1943 y 1951 se ostentaba como estudiante o pasante de medicina. Entre 1948 o 1949 y 1953 vivió en Halachó con su familia, misma que luego pasó a Mérida, y vivó en una casa en la calle 60.
Se casó el 25 de julio de 1941 con doña Cristina Ávila Febles, la tía Cristina, con quien tuvo a mis siete primos: Rodolfo Artemio, María Cristina, Beatriz, Álvaro, Ricardo, Emilio y Noemí. Estos son mis primos mayores, con quienes he tenido muy poca relación.
Mi tío Carlos parece que fue punto y aparte en esta familia. Sólo una vez recuerdo haberlo tratado en Mérida, cuando llegó con su familia y se preparó un cuarto de la casa especialmente para ellos. Fue la primera persona que conocí, aparte de mi padre, que permitía a los niños darnos ciertos lujos en el cine o en la playa.
Durante las temporadas que hizo mi madre en el Distrito Federal, cuando fue a estudiar en la Normal Superior, entiendo que pudo reunirse con el tío Carlos algunas veces, aunque siempre fue en cafés o restaurantes, y nunca en su casa. Esta situación no se debía a que ella no fuera invitada por su hermano para llegar a su hogar, sino que la relación de la esposa del tío Carlos -la tía Estela- con las tías y mi madre no fue nunca buena. Ellas llamaban a la tía Estela "La Piojosa".
Don Carlos Enrique Gamboa y Gamboa nació en Mérida el 28 de julio de 1930, aunque su registro fue extemporáneo, pues el abuelo Rodolfo lo presentó al Registro Civil hasta el 4 de febrero de 1941. Recuerdo que mi madre y tía Frida me relataron que hubo que alterar su acta de nacimiento para que pudiera entrar siendo menor de edad al Colegio Militar.
De 1942 a 1945, hizo sus estudios de secundaria en la escuela "Adolfo Cisneros Cámara", y se le expidió el certificado de estos estudios con fecha 23 de noviembre de 1945. Se aprecia en la copia del certificado que tengo que no era un alumno dedicado, pues sus calificaciones eran las mínimas aceptables.
Se desempeñó en el ejército nacional hasta su muerte, en la década de los 80. Encontré que en febrero de 1952 era Teniente de Infantería, y en junio de 1962 se referían a él como Capitán 2o. Ingeniero Industrial. Me parece que escuché sobre él que formaba parte del Estado Mayor Presidencial.
Casó el 16 de julio de 1952 con doña Estela Arvizu, una regiomontana, y de esta unión tuvo cuatro hijos, aunque sólo recuerdo los nombres de tres de ellos: Estela, Carlos y Carolina. A la última la trataba muy mal su madre, y las tías decían que porque no la quería ya que se llamaba igual que la abuela.
De estos tíos no tengo más que decir, y sólo mencionaré una vez más a tío Carlos cuando me refiera a uno de los misterios de esta familia.

jueves, 21 de octubre de 2010

7. PRIMICIAS DE TÍA FRIDA

De tía Frida puedo decir muchas, demasiadas cosas, pues como crecimos en vecindad la veía a diario, hablabamos siempre y a menudo atendíamos cualquier llamado que nos hiciera, o la buscábamos para platicar o pedirle alguna cosa.
Ella fue, por decirlo de un modo, el alma de los Gamboa, pues pasó a ser la persona a quien todos los de esta familia iban a ver luego de la muerte de la abuela Carolina, además de ser quien estaba al pendiente de todos.
No había día ni ocasión para tener el mejor pretexto para estar en su casa, y es que tres cosas allá lo hacían sentir bien a uno: La comida de tía Frida, pues tenía un sazón inefable. Seguía su patio, que se dividía en dos partes, la primera de jardín con sus rosas y con plantas que tenía para su uso en las comidas, y luego la sección con plantas frutales y cítricos, donde además había un pozo. Había plátanos, naranjas dulces y agrias, limones, guanábana, el gran árbol de aguacate mantequilla, achiote y otra gran variedad de plantas en esta parte de atrás.
La vida que llevaban tía Frida y su familia siempre les causó apreturas, pues recibían a los que llegaban con refrescos, galletas, dulces y comidas. Por esta razón, mi madre optaba por pagar las comidas que nosotros hacíamos en su casa los domingos, a fin de que ella y tío Mario pudieran sufragar ese ritmo de vida. Entiendo que también tío Rolando y tía Elsie debieron apoyar de alguna manera para mantener esas reuniones de los domingos.
Doña Frida Renée del Rosario Gamboa Gamboa nació en Mérida el 22 de febrero de 1917, por lo que fue el tercer hijo vivo de los abuelos. Tuvo una vida plena de anécdotas que relataba cuando se lo permitían sus afanes, pues casi siempre la encontraba uno ocupada.
Estudio para químico farmacéutico en la Universidad de Yucatán, en la Facultad de Química y Farmacia, y obtuvo el título correspondiente poco después de la muerte del abuelo. El festejo fue muy íntimo, en casa del tío Rodolfo.
Tía Frida trabajó hasta su jubilación en el Dispensario Médico Municipal, que se encontraba en la esquina de las calles 50 x 61. Además, era responsable de dos o tres farmacias, por el rumbo del Mercado Municipal. Fue muy popular y bien recibida en todos sus trabajos.
Su rutina diaria giraba en torno a sus ocupaciones y su esposo tío Mario, y no parecía aspirar a otra cosa. Recuerdo cuando hubo que convencerla de ir a un viaje a Cuba con nosotros, y sólo aceptó hasta que convencieron primero al tío y él aceptó que ella se fuera. El problema era que a tío Mario no le gustaba viajar.
Cumplió más de 55 años casada, y creo que siempre quiso mucho a tío Mario, además de que era mujer acostumbrada a tener junto a su marido.

No tuvo hijos, pero adoptó a mi prima Fridita, la eterna soñadora de la que hablaré más adelante, cuando le toque el turno. La adoración de tía Frida era su hija.
Hay tantas cosas que podría contar de mi tía Frida: Siempre le llamé "Mami" y nos educaron para incluirla en los festejos del 10 de mayo. Sólo agregaré ahora que cuando murió el 13 de abril de 1999, una hecatombe cayó sobre todos nosotros. Los más cercanos a ella no pudieron resistirlo: Tío Rolando, tío Mario y Fridita. Fue una cosa terrible, y mi prima Fridita hizo un obituario a mano que nos dio a todos los cercanos.
Esta tía fue una fuente inagotable de noticias sobre la familia, por lo que la refiero a cada momento y seguiré acudiendo a ella para recordar los momentos definitivos y definitorios de los Gamboa.

miércoles, 20 de octubre de 2010

6. PRIMICIAS DEL TÍO ROLY

Me es difícil pensar en un concepto de este tío, pues era como un enorme rompecabezas que cambiaba a cada movida que uno hacía. Ora era camaleónico, en otro momento metamórfico, y luego volvía a ser la persona de una sola palabra de la que tengo, como recuerdo más antiguo de mi infancia, que me dijo que los hombres no se besan, debido a que mi madre me había enseñado que a los tíos y tías debía saludarles de beso y tutearlos.
Aún recuerdo cuando hace más de 35 años fuimos a visitarlo al campo militar de Irapuato, donde entre otras cosas tenía a su cargo la cocina y el comedor. El respeto que le mostraban los militares me impresionó mucho, y por ser sus sobrinos mi hermanito y yo fuimos tratados al punto del consentimiento.
Tío Rolando (le decíamos "Roly") tuvo como adoración a mis tías Frida y Elsie, sobre todo a la primera, y cuando ella murió en abril de 1999, al poco falleció él.
Era lo que podríamos llamar un "hombre de familia", pues todo el tiempo estuvo pendiente de su casa, y en sus últimos años tuvo un gran pesar por la suerte de mi primo Róger, de quien platicaré en su momento.
En la fotos de la derecha y abajo vemos a los tíos Roly y Alicia con mis primos. En la que está a la derecha, vemos detrás de ellos a mi primo Rolando. El sonriente junto a mi tía es Roberto. Ella lleva abrazado a Gerardo. Con tío Roly, vemos que sujeta a Róger y a Javier. En la foto de abajo los vemos, de izquiera a derecha, con Ricardo, Alicia y Gerardo.
Don Rolando Elsner Alberto Gamboa y Gamboa nació en Mérida el 26 de febrero de 1919, siendo el cuarto hijo de los abuelos. Estaba en la milicia nacional en 1947, y se mantuvo en el ejército hasta su jubilación. Después, tuvo varios trabajos, y aún recuerdo cuando a inicios de los años 90 fuimos a visitarlo a las oficinas de la SARH en la calle 59, luego de que se restableció de una operación a corazón abierto que tuvieron que hacerle.
Era asiduo a la casa de tía Frida todos los domingos, por lo que tenía la oportunidad de verlo con esa frecuencia. Era muy platicador y frecuentemente alegaba sobre cualquier asunto que se pusiera en la mesa. Él fue también quien me dijo en una ocasión que los niños sólo podíamos escuchar en la mesa, pero que no podíamos hablar, pues eso correspondía a los adultos. Aunque no pudiera participar, me quedaba porque me gustaban mucho sus pláticas y las veces que discutía sobre cualquier cosa. En honor a la verdad, debo decir que mi tío no era consistente con esta prohibición que me puso, pues sus hijos si podían hablar cuanto quisieran.
Una anécdota que escuché frecuentemente es que en cierta ocasión subió a la mesa del comedor a sus hijos mayores, para que pudieran mostrar sus botas nuevas a la abuela Carolina. Ellos se pusieron a zapatear la mesa y eso molestó mucho a mi madre y a tía Elsie. No sé cuantas veces escuché esa historia, incluso contada por tía Frida, pues la decían para señalar al tío como alguien muy testarudo. En verdad era terco algunas veces, y la única ocasión que lo vi flaquear fue en el caso de Róger.
Se casó con doña Alicia Cárdenas Cantón el 21 de septiembre de 1947, y de su unión nacieron mis siete primos: Elsner Rolando, Roberto Enrique, Javier, Róger, Gerardo, Ricardo y Alicia. El primero de estos primos fue Elsner Rolando, quien nació el 16 de julio de 1950.
Fue testigo del paso del huracán Janet en Chetumal, en 1957, cuando el mar arrasó con el poblado y cambió de calle una casa sobreviviente. También le tocó vivir varias situaciones a nivel nacional, debido a la movilidad que tuvo en el ejército.
Más adelante, espero tratar más de este tío. En particular, deberé tocar lo referente a su participación en el pleito de la casa en algún momento.

lunes, 18 de octubre de 2010

5. PRIMICIAS DE TÍA ELSIE

Cuando me avisaron, pasada la medianoche, que tía Elsie había fallecido, tuve que controlar el gran dolor que me atacó, y una de las cosas que hice fue escribir un poema que trata sobre mi relación con ella. Empezaba diciendo:
En tus ojos vivía un duende
-pícaro como él sólo-,
y al mirarme me abrazaba en un guiño
y me decía "te quiero".
Debía tener 12 años cuando me pidieron en la escuela que hiciera el árbol genealógico de mi familia. Recuerdo que para mí fue muy confuso lo que resultó, luego de que las tías Frida y Elsie, junto con mi madre, me empezaron a decir nombres y más nombres de parientes, con diversos apellidos como Lara, Ricalde, Moguel y otros que, según ellas, estaban emparentados con nosotros. También me dijeron que nadie de nuestra familia se había quedado en Hoctún. La parte de mi primer apellido fue más sencilla, pues mi padre recordaba muy poco.
Tiempo después, encontré en el ropero de la abuela una bolsa con fotos de la familia. Hubo dos que recuerdo vivamente: Una era muy borrosa y en ella aparecía el bisabuelo Bibiano; me dijeron que le debieron tomar la foto en Hoctún. La otra era de mis tías y mi madre, y se las tomaron juntas cuando eran muy jóvenes; Fridita y yo coincidimos en nombrarlas las "Tres Gracias", por lo bellas que se veían .
En esa bolsa apareció una fotografía del actor Roberto Cañedo, dedicada a tía Elsie. Cuando pregunté, tía Frida me dijo que ese señor había estado muy enamorando de tía Elsie, pero que ella lo rechazó y que por eso él había enfilado sus querencias a las hermanas Valencia, y se había casado con una de ellas, que se llamaba Nellie. Esa historia me impresionó mucho, y es que tía Elsie ya era una mujer madura cuando yo nací. Sin embargo, de joven fue una mujer bastante atractiva, aunque muy seria en su vestir y un tanto abstraída de las cosas vulgares de la vida.
Le gustaba viajar, e hizo grandes travesías por el mundo. Además, de joven fue buena nadadora, y competía con sus hermanos cada vez que se iban de temporada.
Doña Elsie Sulema de las Mercedes Gamboa Gamboa vio la primera luz el 20 de diciembre de 1914 en la ciudad de Mérida. La registraron con el primer nombre "Elicie", y en 1974 lo cambió para que quedara sólo "Elsie". No sé bien cuáles fueron sus estudios, aunque estoy enterado que aprendió piano y nunca le gustó practicarlo. En 1940, era estudiante del tercer año de la Escuela Normal Urbana "Rodolfo Menéndez de la Peña". Obtuvo el título de profesora de educación elemental y superior. Seguramente influyó en su decisión de dedicarse al magisterio el doctor José Montes de Oca, con quien creo que ella trabajaba y luego fue sinodal de su examen de grado.
Tía Elsie era muy detallista, pues siempre estaba pensando en qué cosas regalar a sus sobrinos, o cómo ayudarlos, y a veces convocaba a tía Frida y mi madre para tratar algún asunto relacionado. En este rubro también entraban las felicitaciones y las tarjetas navideñas, que no podían faltar.
Otro asunto en el que fue muy minuciosa eran sus vestidos, pues como mujer robusta que era, y dado que en las últimas dos décadas se hizo gorda, se mandaba a hacer su vestuario con modistas. Era todo un espectáculo acompañarla a revisar figurines, escoger telas, que le tomaran las medidas, volver otro día a tomar nuevas medidas, a pruebas, ajustes y remates de alguna cosilla. Las horas que invertía en sus vestidos eran considerables.
Sus últimos días fueron terribles, pues padecía diabetes, presión alta y murió de un ataque al corazón luego de una trágica operación donde le amputaron la pierna. Falleció en 1985, el año del terremoto. Cuando me avisaron, pasada la medianoche, pensé que vivía mi peor pesadilla; al despertar, alguien que escuchó la llamada me dio el pésame y la tierra se abrió, y pude librar la caída por un poema que hice, que habla de mi relación con ella, y que termina diciendo:
Hermosa alhaja en su concha de hamaca,
que vive del sueño..., en una novela.
Mi actriz favorita...
Mi empuje forzoso...

4. PRECISIONES SOBRE EL ABUELO RODOLFO

Revisando entre otros documentos familiares que me traje de Mérida, he podido reunir varios que me dan nuevos conceptos sobre el abuelo Rodolfo, que vienen a corregir y completar lo que escribí en la nota 1. Así, veo que no tuvo sólo dos hermanos, como antes indique, sino que fueron seis los hijos de los bisabuelos Braulio y Mercedes: Rodolfo, Ricardo, Carlos, Enrique, René y Oscar.
También encuentro que el abuelo Rodolfo recibió su título de profesor de instrucción primaria inferior y superior el 20 de marzo de 1909, luego de haber cursado sus estudios en la Escuela Normal de Profesores del Estado. En el título se consignó que él vivía en Mérida y que tenía 20 años.
En 1937 era maestro de grupo normalista "A" de primaria en el estado de Morelos, y como escribí antes, llegó a ser inspector escolar federal en Yucatán. Según una nota de prensa que tengo, ocupó también puestos públicos en las administraciones del estado.
Tío Mario me contó en una ocasión que el abuelo Rodolfo tenía muy mal carácter y que era muy colérico, y que cada vez que iba a visitar a tía Frida, cuando eran novios, en los cuartos interiores de la casa escuchaba gritar improperios al abuelo, y a la abuela tratando de calmarlo.
Murió el 5 de mayo de 1943. Según recuerdo, me dijo tía Frida que fue porque padecía del corazón. La bisabuela Mercedes aún vivía cuando él se fue. Como se acostumbraba antes, fue velado en su casa, y el día 6 de mayo fue inhumado en el Panteón General.
Durante el sepelio, se hicieron presentes, entre otros, compañeros de tía Frida en la Facultad de Química, el Club de los 13, el Club de los Tiernos y otras personalidades que quiero investigar más.

domingo, 17 de octubre de 2010

3. PRIMICIAS DE TÍO FERNANDO

Antes de saber qué era un samurai, conocí a mi tío Fernando, que es lo más parecido en Yucatán a ese ser oriental. Lo digo porque el samurai en su existencia combina las esencias del crisantemo y la espada, y mi tío Fernando podía ser muy tierno y dócil, pero también muy duro e hiriente.
Don Fernando Humberto Gamboa Gamboa nació el primero de mayo de 1922 en Mérida, y fue el quinto hijo de los abuelos. Su muerte debido al cáncer marcó el fin de una época para esta familia, pues recuerdo el profundo duelo que invadió la casa, al que se sumó la enorme depresión de la abuela, pues había fallecido su hijo favorito.
Él dejó este mundo el 29 de diciembre de 1969, y dos días después lo seguía la abuela, pues por más que hicimos para tratar de sacarla de su ensimismamiento no pudo superar el perder a tío Fernando. Mi hermanito William la encontró muerta la mañana del día 31, cuando la fue a llamar para desayunar.
Como todas las personas, tío Fernando trataba de mantenerse en el claroscuro. Sin embargo, cuando llegaba a la casa de la calle 61, esa casa invadida de sol por las mañanas, parecía que una luz cruzaba el umbral y todo se volvía alegría, había esperanza en el futuro, y ese hombre rudo por fuera, era un dulce con sus hermanas y con los niños.
Estudiaba en el Colegio Militar, en la ciudad de México, en 1944, pero abandonó esos estudios para hacerse periodista y luego fue empleado federal.
En julio de 1949, a los 27 años, se casó con la tía Elsie Rosas Evia, y de esa unión nacieron mis primos Fernando Humberto. Elsie Carolina de las Mercedes, Mario Alberto y Jorge Iván.
Tío Fernando era la materia gris de esta familia, pues todo el tiempo estaba pensando en cosas que a veces los demás no entendían. Además, siempre fue muy solidario con sus hermanos, y parece ser que cuando murió el abuelo, él fue el brazo fuerte de la abuela Carolina.
Tía Frida me contó que él y mi padre iniciaron una revista sobre las ciudades antiguas mayas, y que sacaron varios números, aunque aún no logro encontrar ninguno que haya sobrevivido. También recuerdo una anécdota de él que me contaron en casa, sobre la ocasión en que fue a Guatemala y entrevistó al presidente de ese país. Estaban en una cena y le sirvieron su plato de carne con mucha grasa, que él comenzó a separar, hasta el momento que el presidente le dijo que en su país había mucha hambre, y que si dejaba esos pellejos se los darían a los perros. Tío Fernando acabó comiendo todo lo que le dieron.
Tenía problemas con el alcohol, pero no por ello dejaba de lado lo que tuviera que hacer. Asimismo, era el consejero de todos sus hermanos, y tenía una relación muy especial con tía Elsie y con sus hermanos varones.
Tengo la siguiente foto de diciembre de 1966, cuando mi prima Elsie Carolina cumplió 15 años. Se observa a tío Fernando feliz con su hija, y los flanquean mi prima Beatriz y la abuela Carolina.


Tuve ocasión de escuchar las ironías de tío Fernando, pero este aspecto y otros más, los dejaré para otra ocasión.

sábado, 16 de octubre de 2010

2. PROEMIO A MI MADRE

Pasé por el Edipo con mi madre hasta los 11 o 12 años, que fue cuando mi adoración pasó a ser tía Elsie, mi tía hermosa, por quien aún no he dejado de llorar cuando viene a mi memoria.
Luego que perdí a tía Elsie, y que mi madre se pensionó y tuvo más tiempo y soledad para pensar en sus relaciones con los demás, emprendimos juntos un camino muy difícil para llegar a un equilibrio respetuoso que nos convenía a los dos.
Yo aún no dejo de encontrar rasgos de ella que me sorprenden, como cuando hace unos meses me platicó mi prima María Cristina sobre cómo la había ayudado su tía Gloria a conseguir trabajo, luego de la muerte del tío Rodolfo.
Lo primero que puedo decir de mi madre, es que era una mujer de carácter y belleza rara. Una mujer de contrastes, con un sentido de la elegancia que no he vuelto a tener cerca de mí, a la vez que podía andar con harapos en casa porque así se sentía cómoda.
Doña Gloria Mireya Gamboa y Gamboa, quien se quitó su segundo nombre de pila porque siempre lo aborreció, nació en la ciudad de Mérida el 12 de mayo de 1931, un año después de que vino al mundo su hermano Carlos. La abuela Carolina la registró de manera extemporánea el 7 de enero de 1958, en Chuburná de Hidalgo. Esto lo hicieron unos días antes de la boda civil de mis padres.
Cuando era niña murió el abuelo Rodolfo, su padre, lo que le causó un enorme dolor del cual le costaba trabajo hablar. Fue la última de los hijos de los abuelos, y como no era tan blanca como los demás, tío Rolando siempre la llamaba "Negra".
Fue una estudiantes aplicada, llegó a dominar el idioma inglés con soltura y era muy práctica, como es característico en las yucatecas. Estudió para secretaria bilingüe y trabajó ejerciendo estas funciones en Henequeneros de Yucatán. Más tarde, con ayuda de tía Elsie, estudió en la Escuela Normal del Estado, y se hizo maestra. Antes de que yo cumpliera los seis años, mi madre era profesora en una escuela primaria de Sucilá, Yuc. Aún recuerdo la única vez que nos llevaron allá para conocer a la familia con la que vivía entre semana, así como los relatos que contaba los sábados y domingos que estaba con nosotros, sobre todo las penurias de la gente de ese pueblo, que no tenían para comer más que frijoles con tortillas y mucho chile. A ella le daban de comer huevos, lo cual era un lujo.
Desde adolescente dejé de decirle "mamá", no recuerdo por qué. Le llamaba "Little" o "Madre", y siempre la tutée.
Su relación con sus hermanos siempre fue de minoridad, pues la veían como la pequeña, la que no debía opinar o hablar, sino escuchar. Sin embargo, también había una gran fraternidad entre ellos, de manera que si alguno necesitaba los demás lo apoyaban, y me consta que mis tíos apoyaron a mi madre. La única vez que se rompió esta fraternidad fue con el conflicto por la casa, cuando luego de la muerte de tía Elsie la quisieron echar y se llegó a un pleito que duró casi una década. Pero en otra ocasión tocaré este delicado asunto.
Tuvo varios enamorados, pero conoció en una fiesta a mi padre, don William John Endean, y lo rechazó diciéndole que no le gustaban los gordos. Sin embargo, él insistió en buscarla y se casaron por el civil el 10 de enero de 1958, cuando ella tenía 26 años. Mi padre siguió viviendo en un hotel, hasta que en 1961 se casaron por la iglesia y él pudo entrar a vivir a la casa de mis abuelos, donde construyeron unos cuartos en la parte de enmedio del largo terreno original.
A mi madre le gustaba mucho leer novelas, de Corín Tellado, de Barbara Cartland, y tenía varios volúmenes en un librerito que sobrevivió muchos años al comején. Cada vez que venía a mi casa en el Distrito Federal, se llevaba al menos dos novelas, sobre todo novelas históricas, que eran sus favoritas.
Cuando murió el día de Reyes del 2008, supe que el mundo no se había acabado, sino que debía valorar sus grandes virtudes y peores defectos para entender los rasgos característicos de los Gamboa, que no son, como le dije hace unos meses a mi primo Álvaro, el ser pleitistas, sino que tenían un gusto por vivir, por comer, por disfrutar, por platicar y sentirse bien. "Lo que comes, miras y bailas, nadie te lo quita", decía mi madre que oyó mencionar a su abuela.

Por ahora, dejaré aquí este relato introductorio a esta mujer muy compleja que fue mi madre, pero volveré con ella en otras varias ocasiones.

viernes, 15 de octubre de 2010

1. EMPECEMOS CON LOS ABUELOS

De la abuela Carolina tengo varios recuerdos, el más fuerte de ellos fue el día de su muerte. Sin embargo, de los recuerdos bellos hay uno en especial, una temporada en el puerto de Progreso, cuando ella nos contaba cuentos para dormir a mi hermanito William y a mí, y nos enseñaba la maya, que era su lengua hermana que utilizaba allá en Hoctún. Nos enseñó lo que es el tuuch, lo que es el xiik' y nos mostró personas con cabeza de leek. Hubo otras muchas enseñanzas que aprendimos de ella en los pocos años que estuvo con nosotros, hasta la mañana del 31 de diciembre de 1969, cuando dejó de vivir para seguir a su hijo favorito, el tío Fernando, quien había fallecido de cáncer dos días antes.
Mi abuela, doña Carolina E. Gamboa y Gamboa, nació en 1892 y fue hija de don Bibiano Gamboa Ancona y doña Candelaria Gamboa Santana. Tuvo tres hermanas: Clemencia, Candelaria y María Petrona, mejor conocida como la tía Petita.
En diciembre de 1910, la abuela Carolina envió a su novio, el abuelo Rodolfo, la foto que aquí vemos, misma en la que observamos a una joven de 18 años, vestida con sobriedad y discreción, en una pose de estudio, junto a una silla con flores y con un paisaje pintado al fondo. Sostiene algo en sus manos, que no alcanzo a distinguir bien. De hecho, la foto está algo maltratada.
Al reverso de la foto se puede leer la siguiente dedicatoria que ella hizo al abuelo Rodolfo, estando en Hoctún, con fecha 29 de diciembre de 1910.
Mi abuelo, don Rodolfo Gamboa Escalante, tuvo un origen algo complicado, pues según me platicó el autor de la genealogía de los Gamboa de Hoctún, no consignó en su estudio a mi abuelo porque encontró evidencias de que fue hijo bastardo del cura del pueblo, cierto padre Escalante, quien lo entregó a su hermana, doña Mercedes Escalante, para que lo criara como su propio hijo con su esposo, don Braulio Gamboa Moguel.
El abuelo Rodolfo nació en 1888 y tuvo dos hermanos: Carlos y Enrique.
Los abuelos se casaron en Hoctún el 4 de septiembre de 1912, y ella quedó de inmediato embarazada, pues al año siguiente, el 8 de julio de 1913 nació su hijo Rodolfo Ariosto. Luego vinieron al mundo Elsie Sulema de las Mercedes, Frida Renée del Rosario, Rolando Elsner Alberto, Fernando Humberto, Carlos Enrique y Gloria Mireya.
Parece que se mudaron a Mérida antes del nacimiento de su hija Elsie, que ocurrió el 20 de diciembre de 1914.
El abuelo trabajaba como maestro y fue inspector escolar. La casa de la calle 61 # 386 B, entre 40 y 42, del centro de la ciudad de Mérida, se la entregaron en 1917 como parte de un programa de apoyo a maestros a través de dotaciones de viviendas, que promovió el general Salvador Alvarado.
Más adelante escribiré otras cosas sobre mis abuelos, sobre mis tíos y el resto de mi familia, pero con lo que llevo en esta segunda entrega muestro lo que para mí fue el principio.

jueves, 14 de octubre de 2010

0. PRESENTACIÓN

Me llamo Robert y desciendo de una familia yucateca que me llena de orgullo.
Como muchas familias de esta tierra, la mía está plena de historias y misterios, incógnitas y descendientes atolondrados que miran su pasado como una bruma que se pierde en la molicie de lo antiguo difícil de nombrar, casi imposible de invocar.
A continuación muestro una foto de mi familia, tomada probablemente en el año 1956, o sea, unos años antes de que mi madre se casara y de que yo viniera al mundo.

Puedo identificar sentados (de izquierda a derecha) probablemente a mi primo Rolando, su madre mi tía Alicia (quien aparece embarazada), tía María Cristina, la abuela Carolina con dos bebés en brazos, tía Estela, tía Elsie Rosas y mi madre (Gloria). Atrás de los sentados, en el mismo orden, tío Rolando, tío Rodolfo, tía Frida con su hija Fridita en brazos, tía Petita (Petrona), tía Elsie, tío Carlos con su hija Estela en brazos y tío Fernando. De los niños de la primera fila, identifico a los tres últimos, quienes son mis primos Elsie Carolina, Mario y Fernando. Los otros cinco niños son mis primos, y estoy en proceso de identificarlos. Según mi prima María Cristina, uno de los bebés que lleva en brazos la abuela Carolina puede ser mi prima Noemí.
Quiero hacer un diario de esta unidad social que me vio nacer, crecer y que no conozco en su totalidad, como un homenaje, primero a mi madre, quien falleció hace dos años y hasta el último momento en que intenté tratar con ella las incógnitas de nuestro pasado se negó a resolver la mayoría de mis dudas, cerrando el sello de los secretos mil que parece encerrar esta familia.
También quiero hacer este blog para reencontrarme con los Gamboa, familia a la que pertenezco, y a la que nunca pude integrarme por venir a la cola de los hijos y nietos, por haberme ido a vivir al Distrito Federal, y por la poca comunicación con mis primos mayores.
Si algo ha dado al mundo Hoctún, Yucatán, además del físico y matemático don Graciano Ricalde Gamboa, es lo que él mismo porta en su segundo apellido, o sea familias de gamboas. Según el estudio genealógico de don Joaquín de Regil Gamboa, en esta población estaban en pleno florecimiento y expansión los Gamboa desde fines del siglo XVII. Sin embargo, la familia Gamboa que aquí comento no está mencionada en ese estudio. Por esta razón, además de vivir los Gamboa me propongo investigarlos.